Canal y desarrollo

LA AMPLIACIÓN del canal de Panamá es buena para los negocios, sin duda alguna, pues en un tiempo relativamente corto, alrededor de ocho años, cambiarán de mano entre 5 y 8 mil millones de dólares. Será la obra pública más grande que el Estado panameño ha construido en toda su historia y que probablemente construirá en este siglo.

Un análisis que deberá hacerse y que aguarda las intervenciones de los expertos es dónde terminará todo ese dinero. Cuánto recibirán las empresas constructoras, las nacionales y las de afuera, cuánto costarán otros servicios, cuánto se pagará a asalariados, cuánto a los obreros de la construcción y cuánto a otro tipo de trabajadores, con cuánto dinero se quedarán los bancos que complementen el financiamiento de la obra, qué porcentaje representa este flujo de transacciones en el producto interno bruto y cómo evolucionará a lo largo del tiempo que tomará concluir los trabajos, etc., son preguntas que pueden encontrar una respuesta objetiva y que ayudan a darnos una idea del impacto que tendrán los trabajos de ampliación del canal sobre la economía panameña.

Quizás sea este el tipo de preguntas y argumentos "persuasivos que ocuparán buena parte de los debates en torno al próximo referéndum. Sin embargo, tengo la impresión de que dicha discusión se parece mucho a la que se hacía hace unos 30 años y las razones por las que este tipo de discurso vuelve a activarse no son del todo sanas, mas no me ocuparé de ellas. Prefiero detenerme en las interrogantes que debemos hacernos hoy con miras al futuro de la nación.

Hoy ya no se puede hablar del desarrollo sobre la base de las perpectivas de crecimiento de la economía únicamente, pues mientras aquel se refiere a las personas, esta se reduce al volumen de transacciones de capital medidas en dólares. Esto no es una perogrullada, es insistir en que hay que partir del reconocimiento de la tragedia de este país: la economía puede crecer y mantener cierto ritmo de crecimiento, al tiempo que un porcentaje significativo de su gente (ahora mismo es cerca del 40%) es pobre y seguirá siendo pobre.

Se ha dicho tantas veces, pero hay que repetirlo: grave, muy grave es la situación de un país en el que la mayoría de las personas pobres son niños y niñas, y gravísima es la condición de la nación en la que la mayoría de sus niños son pobres. Según las cifras oficiales, cerca del 54% de los niños panameños y las niñas panameñas menores de 5 años vive en condiciones de pobreza.La pregunta es cómo se va a lograr que los beneficios de la ampliación lleguen a este sector de la población. Pienso que la utopía salvadora del trabajo no es una respuesta suficiente.

Que las obras de construcción generarán 5 mil plazas de trabajo, no resuelve nada, pues no se trata de empleos permanentes y las vidas de los seres humanos aspiran a una permanencia mayor que la duración de los trabajos del canal.Pensando en el desarrollo, también es legítimo preguntarse sobre cuáles son los tipos de empleo que se generarán a partir del megaproyecto y cómo contribuirá a mejorar la capacidad de trabajo de la fuerza laboral y la calidad de vida de los trabajadores y sus familias. Una cosa es que se generen tantos miles de empleos y otra que dichos empleos sean para los desempleados y los marginados de hoy. Probablemente, las nuevas plazas serán para los que hoy son trabajadores activos y los desempleados de hoy la seguirán teniendo muy dificil.

Como durante los próximos años, la estructura demográfica de la población panameña seguirá empujando al mercado de trabajo a miles de jóvenes con poca preparación y cero experiencia, sería bueno revelar cuáles son las expectativas legítimas que pueden hacerse los jóvenes que buscarán emplearse por primera vez en los próximos años.

También hay que pensar en poner en pie los controles apropiados para que se respeten las normas internacionales sobre la edad mínima en el inicio de la vida laboral. Ya sabemos que hay empresarios que creen muy apropiado que los niños aprendan "la disciplina" del trabajo desde muy temprano y que hay familias que tienen la necesidad de esos ingresos. ¿Dejarán las autoridades las metas de erradicación del trabajo infantil libradas a la llamada "cultura del panameño"?

Planteo estas interrogantes porque el desarrollo es siempre el desarrollo de la gente, es la ampliación de sus capacidades y oportunidades para mejorar su nivel de vida y en Panamá el crecimiento económico por sí solo no da una orientación precisa sobre cuál es el uso óptimo de nuestra riqueza. Que no haya malos entendidos: compromiso con el aumento en la generación de riquezas, sí, pero que el concepto de "riquezas" incluya a la gente y se mida en términos de sus condiciones de trabajo y calidad de vida.

Uno de los grandes temas de exploración para discernir la viabilidad del proyecto de ampliación es el impacto ambiental. Al funcionar el nuevo canal, con todas sus esclusas y esclusajes, pregunto, ¿quedará agua potable suficiente para todos los habitantes de la cuenca hidrográfica? No pensemos en las ciudades de Panamá y Colón de hoy. Pensemos en el aumento vertiginoso que han conocido los asentamientos humanos al este y oeste de la ciudad de Panamá. Pensemos que el proyecto de ampliación intensificará la tendencia histórica de la migración del campo a la ciudad.

Yo no intentaría hacer propaganda al tratar de responder estas preguntas porque son temas muy delicados y algunos hombres y algunas mujeres de este país podrían sentirse indignados y ofendidos si no se les habla con la verdad. Es mejor dar respuestas sinceras aunque no contengan una orientación específica al momento de votar en el referéndum. Pues es mejor acercarse a las urnas tras un ejercicio racional y no buscando castigar al gobierno como una reacción emocional al sentirse manipulado.
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El Panamá América, Martes 25 de abril de 2006